El comienzo de todo va más allá de esta vida, es una larga historia que solo nuestra alma lo sabe. Sin embargo hoy estamos aquí, con este cuerpo; y es a partir de esta vida donde podemos hacer nuestro trabajo.
Considerando las actitudes, conductas y experiencias que tenemos de adultos, podemos saber qué clase de niñez tuvimos; en mí caso, son patrones que indiscutiblemente tienen gran peso, ya que es una herencia adherida; eso está pegado allí como un chicle que después de haber sido masticado es lanzado a la calle, un medio día, con un sol que arde, justo antes de que tu pases y le pongas encima tus zapatos preferidos.
Lo que quiero decir, es que la vía para saber porque recurrimos a los mismos patrones de relaciones en cualquier área de nuestra vida (interpersonales, con el dinero, con nuestra salud), es regresando a esos primeros años, incluso al vientre materno, ya que posiblemente, entre otros factores esté estrechamente relacionado con la forma de nuestra crianza y lo que era comprendido por nosotros de acuerdo con esa edad (hasta los siete años).
Perfecto, ya crecimos! ¿Y ahora qué?
Me encanta contar historias, porque considero que es una hermosa manera de darles un pedacito de mi vida, mis experiencias. Casi siempre padecemos de los mismos patrones, la diferencia está en que nos cuenta aceptar nuestra realidad y preferimos hacernos ver: felices, duros, enteros, llenos de coraje y hasta llenos de paz, cuando en realidad nos estamos desboronando por dentro. Pero de eso va la vida, seguimos adelante sin detenernos a pensar: ¿De dónde proviene está vivencia? y ¿Por qué tengo que vivirla? en muchas ocasiones el peor juez lo escodemos en nuestra mente, solo nos engañamos a nosotros mismos. Puedes relajarte, yo solo quiero que te veas reflejado y puedas saber que todos los seres humanos estamos hechos de vivencias, buenas y menos buenas, pero al final del día respiramos y sabemos que con la ayuda de otros podemos saber por dónde empezar.
Cuando decidí correr mi primer maratón (42,195 kilómetros) me invadió uno de esos miedos que te pasman! Y los “peros” empezaron a llegar sin invitación, los no puedo porque: tuve una lesión seis meses atrás en el tobillo bajando de una montaña tras un entrenamiento, tenía una semana de retraso con el plan de 16 semanas de entrenamiento para la fecha de la carrera, etc… Tras hablar con mi entrenador me dijo: “flaquita, el miedo es la primera barrera al éxito” Dawson Ruiz entonces me recordó todo el coraje y determinación que desde niña vi en mi madre para salir adelante después de haber quedado soltera con dos hijas por criar. Empecé mis entrenamientos de 15 semanas, donde termine haciendo uno de los mejores tiempos de todo el team de mi coach.
¿Qué hice? con determinación, planificación y un toque de locura empecé a trabajar mi cuerpo, mis órganos y mi mente, tres componentes indispensables que deben engranar perfectamente si quieres cruzar la meta de una carrera. Empecé a superar mis propias limitaciones, cuide la alimentación para que mis órganos hicieran su trabajo con gasolina de primera calidad, trabaje la mente porque al igual que en nuestra vida llegan saboteadores que te repiten cada instante: dan ganar de ir al baño, empiezan a doler los talones, sientes el sol inclemente, cae la lluvia fría, vienen las subidas interminables donde los cuádriceps empiezan a arder, con un solo objetivo: ¡que te detengas! ¡Que no avances! ¡Que desistas! Puedo recordar cuantas veces me dijeron en mi casa o en la escuela: NO PUEDES! Y esta dos palabras señores se queda penetrada en lo más profundo del subconsciente, ahí donde el consiente se le reserva el derecho de admisión.
Al igual que en la carrera de la vida, todos los días tenemos metas que cruzar, pero más allá de todo aquello que queremos lograr (materializar en el plano físico), están las metas internas. Les ha pasado como a mí que actuamos de maneras irreconocibles cuando se presentan situaciones (retos para probarnos) que invaden al ego, sobre todo cuando nos alabamos diciendo: he cambiado y ahora soy mejor; justo en ese momento nos van a probar con circunstancias más difíciles que querrán sacarnos de nuestro centro. Todo reside dentro de nosotros, así que dejemos de culpar afuera y empecemos a ver de dónde vienen estos miedos.
Tengo tantos miedos como tu mi querido amigo, pero gracias al tumor que empezó a crecer de manera tan rápida en mi seno, me he ido liberando de cada uno de ellos: miedo a amar y que me amen, miedo al dinero “el dinero es malo” me decían, miedo a tener amigos y a ser amiga “tu única amiga es tu mamá, que nunca te va a traicionar” me repetían , miedo a los animales “son traicioneros”, miedo a pedir y recibir, miedo a ser yo misma; ¿trabajo fácil? No! Pero me detuvieron por completo, que solo en mi sol-edad podía empezar a renacer desde la oscuridad que desde no sé cuándo me perturbaba y que por otro miedo a mostrarme vulnerable nunca quise iniciar. Obvio tenía que pedir ayuda y decir lo que llevaba dentro.
La razón por la que estoy sola pasando todo este proceso, es porque vivía tan ocupada en mí misma haciendo lo que me “apasionaba”, para evitar sentirme sola, que me olvide del resto; pero no por egoísmo, sino por el bendito miedo, para protegerme, para que no me hicieran daño ¿quién? Todo esto lo descubrí estando en mi sol-edad.
Escribir, es una increíble herramienta a la cual me invito una maravillosa mujer llamada por cariño Yami quien me mostró el camino, las vías como podía afrontar mi proceso de oportunidad que me trajo el cáncer y que sin duda alguna se ha convertido en una mágica terapia que me ha permitido soltar, recordar dolores de mi niñez y encontrar las respuestas que yacen dentro en lo más profundo de mi ser. Es increíble como cada emoción negativa viene y viene y vuelve, hasta que la exponemos para limpiarla: como a la basura!
Busque en internet sobre las páginas matutinas y me encontré con un mágico ser llamado Paula Díaz, quien expresa practicidad en cuanto a esta grandiosa herramienta:
Empecé a leer el libro que recomienda en su artículo de Julia Camerón “El Camino Del Artista” y el resto es historia.
Quiero recomendar estas seis formas como podemos empezar a limpiarnos, porque para llenarnos de lo nuevo, debemos vaciarnos:
- Observar a nuestros padres ¿Qué nos decían de niños? ¿Qué no podíamos hacer? Sus miedos, probablemente sean nuestros miedos.
- Observar la conducta o patrones de la familia materna.
- Pedir que nos definan en tres palabras: “que debo cambiar”.
- Grabarnos en una conversación y escucharnos ¿Cómo quien hablas?
- Escribir cada dolencia (enfermedad) que siente nuestro cuerpo, con la fecha. El cuerpo nos está hablando. Buscar en el libro de Louise Hay “Sana Tu Cuerpo, las causas mentales de la enfermedad física y la forma metafísica de superarlas”.
- Escribir en cual(es) áreas sentimos que debemos sanar ¿Dónde vemos carencia?
Es tan sencillo y simple. Ves! Puede que la mente quiera hacerlo complicado al no ver lo que tenemos que ver.
QUEREMOS VER ≠ TENEMOS QUE VER
Empecemos por realmente darnos cuenta de todo lo que nos precede, esto es fabuloso porque nos abre la capacidad de exponer de lo que estamos hechos, por donde podemos empezar a moldearnos y trabajar con el abanico de opciones increíbles que existen. Cuando empezamos a introducirnos en lo más profundo de nuestro ser, empiezan a llegar las personas adecuadas que necesitamos para ponernos sobre la marcha. Olvídate de las fórmulas mágicas, cada Alma es única y viene con una maleta de contenidos distintos; esto quiere decir que lo que funciona para unos, no necesariamente funciona para el resto. Por lo tanto, sumérgete dentro de ti mismo, tú eres fabuloso y en tu mar (que es único) vas a navegar sobre tus propias mareas.
Adelante capitán, toma el timón y dirige la película de tu vida, donde solo tú eres la estrella.
Me compre un cuaderno muy grande para poder hacer mis terapias de las páginas matutinas, ve por el tuyo y recuerda que es una conversación entre tú y tu subconsciente. Creamos un hábito que nos apertura a la creatividad y encontramos las respuestas a nuestras preguntas.
Poco a poco te iré compartiendo como logre cambiar mi vida a trasvés de cada herramienta.
Con Amor, Sarah.