El riesgo como motor de posibilidades, es una de las herramientas internas más potentes que tenemos. Más allá de que nos mantiene en constante adrenalina, el riesgo puede ser nuestro aliado a la hora de tomar decisiones, por el abanico de oportunidades que se encuentra inmersos detrás de cada elección y que generalmente se hallan “aparentemente” ocultas.
Puede que para los principiantes, el riesgo sea sinónimo de una serie de sensaciones corporales que en definitiva provienen del miedo y a su vez del propio sistema de creencias. Ya que existe una evidencia empírica que me está conduciendo a basarme en la comodidad de lo que está bajo mi control, detonando automáticamente una serie de razonamientos que provienen desde un estado de inseguridad y que al mismo tiempo puede significar o convertirse en peligro. Punto en contra hacia mi vulnerabilidad.
No obstante, también existe un opuesto y estos son, los expertos en tomar riesgos. Un experto fue principiante en algún momento de su vida y si seguimos de cerca la historia personal detrás de cada experto, encontraremos un común denominador: tomaron riegos basándose en un conocimiento.
En la escuela de economía aprendí que existen dos tipos de personas, los adversos al riesgo y los amantes al riesgo. Las dos tienen algo en común, toman sus decisiones basándose en el conocimiento que tienen. Sin embargo, lo que los diferencia, es que la persona adversa al riego toma sus decisiones en base a la seguridad que le brindan el conocimiento académico y las experiencias, mientras que la persona amante al riesgo toma sus decisiones en base al conocimiento personal, en base a la seguridad que tiene sobre sí mismo. ¿Notas la diferencia?
Aunque en aquel momento, cuando estudiaba mi enfoque estaba dirigido hacia la toma de decisiones económicas, hoy entiendo perfectamente que hasta la persona más racional del mundo sigue siendo humana, tiene emociones y siente. Por lo que, la falta de seguridad proviene de la ansiedad que me provoca la incertidumbre a lo desconocido, donde paradójicamente, ocurre la verdadera evolución en todos los sentidos y en todas las áreas de la vida.
Así pues, que si yo quiero ESTAR segura, debo empezar por SENTIRME segura.
Mi propia valía personal (saber quién soy) es la llave que me conduce a tomar riegos, aun delante de las más absurdos hipótesis, porque después de todo, mis hipótesis están fundadas en base a lo que yo, solo yo considero que valgo, entonces si leíste bien, entro en un círculo donde mi valía personal es lo primero que debo poner en duda y cuestionar, antes de poder tan siquiera pensar en tomar riegos en mi vida.
Todas las decisiones que yo tomo (económicas, laborales, interpersonales, etc.), ABSOLUTAMENTE TODAS, provienen del conocimiento que tengo. Pero aquí hay un secreto oculto, este conocimiento racional que suelo o solemos tomar, más que un conocimiento racional, proviene desde un conocimiento emocional, algo que llevamos en cada fibra de nuestro ADN. De allí la manera del cómo tomo una decisión, por más sustento razonado o estadístico que tenga en mis manos.
Entonces holísticamente (engloba lo físico y lo energético) ¿Qué es el riesgo?
El riesgo es un trampolín y la única vía que existe si quiero vivir la vida que realmente deseo. Y esto puede sonar un poco abstracto, pero si yo tengo un deseo inmenso por manifestar algo en mi vida, con seguridad las oportunidades van a venir para que eso ocurra, ahora bien, de que el deseo se manifieste, depende solo de ¿Cuánto yo estoy dispuesto a perder? ¿Qué es lo peor que puede pasar cuando yo manifieste ese deseo? Y la única manera de aprovechar las oportunidades es teniendo un conocimiento de quien soy en cuanto a mi valía personal, ya que esto evitara el autosabotaje, el miedo a la perdida, la confrontación con mi sistema de creencias y la opinión de mis seres queridos, que por lo general pone sobre la mesa su sistema de creencias, como si el de nosotros no fuera suficiente.
Fui una persona muy cautelosa y calculadora, sobre todo cuando de mi vulnerabilidad se trataba. Pero estoy aprendiendo a llevarme más allá de mi propia ansiedad, a través de un ejercicio que me lleva a mí misma a exponerme a situaciones donde emocionalmente siento que voy a 2000 kilómetros por hora. Cuando me descubro ante circunstancias robóticas, comportándome con cautela y enmascarando mi vulnerabilidad, me llevo a hacer algo que jamás he hecho, yéndome al extremo opuesto, donde me siento incomoda, donde siento miedo, donde siento ansiedad, donde siento que me van a rechazar, donde mi corazón empieza a latir muy rápido, donde literalmente me siento frágil.
¿Por qué?
Porque este experimento me lleva a la zona donde descubro emocionalmente hablando las creencias que no me dejan avanzar hacia el área donde manifiesto mis propios milagros, donde tengo el coraje de arriesgarme, donde me comprometo con lo que es realmente importante para mí a largo plazo y que se encuentra justo detrás del riesgo.
El cuestionamiento es lo primero que debo plantearme:
El riesgo, requiere que yo haga algo que me conduce a mi propósito, en cambio la comodidad no me trae claridad. El propósito se me va revelando en el camino a través de los riesgos que yo estoy dispuesta a asumir. Esto depende del tamaño de mi deseo, del grado de mi interés, de lo que estoy dispuesto a dejar ir y de las ganas de empezar a vivir mi propósito.
Te invito hacer este sencillo pero revolucionario ejercicio que sin duda alguna te hará sentir en medio de un tornado, pero a medida que más lo repites, el grado del tornado empieza a disminuir, hasta disiparse por completo.
1. Busca situaciones donde generalmente calculas mucho antes de accionar.
2. Estas situaciones por lo general están muy bien fundamentadas con argumentos 100% validos. ¡Así que debes estar muy atento!
3. Llévate a hacer lo contrario de lo que usualmente haces en esas situaciones.
4. Llévate al límite de la vulnerabilidad.
5. Ten paciencia y siente el proceso.
6. Un poco más de paciencia por favor, ya casi acaba.
7. Repite hasta que ya no te afecte ser vulnerable, hasta que emocionalmente no reacciones.
En este experimento vas a descubrir muchas emociones juntas y literalmente vas a asentir como la gota de sudor corre por tu espalada, vas a sentirte como un niño malcriado que se revuelca en el piso cuando sus caprichos no son concedidos, vas a sentir el ardor del limón en la herida. ¡Imagínatelo! Emocionalmente es muy fuerte.
Pero amigo mío, estarás en el camino hacia la verdadera libertad.
No hay nada más gratificante que la satisfacción después de haber atravesado un proceso interno como este.
Si quiero GRANDES cambios en mi vida, debo empezar por tomar mis propios riesgos, esos que me van a conducir a la manifestación GRANDES cosas. Y todo comienza dentro de mí, todo comienza por saber:
¿Qué me está limitando?
¿Qué quiero ser?
¿Qué quiero hacer?
Después de todo el conocimiento académico y las experiencias son fundamentales, pero no es suficiente sin mi conocimiento interno (mi valía personal, mi seguridad interna, mi amor propio, confiar en mi, etc.). Porque lo segundo es lo que me lleva a tomar los riegos, esos que me conducen a atravesar mis propias limitaciones “emocionalmente” imaginarias.
Tomemos nuestros propios riesgos y nos comentamos en el camino.
Tomemos nuestros propios riesgos y nos comentamos en el camino.
Con Amor Sarah.