La procrastinación, es una de las formas más silenciosas que existen de autosabotaje.
Procrastinar es un modo activo e inconsciente que mantengo en una especie de círculo vicioso de constante distracción. Si bien las actividades que me llevan a procrastinar son meramente irrelevantes para mí, se llegan a convertir en el talón de Aquiles para el logro de mis metas, las que si son relevantes para mí.
Entonces ¿Qué es procrastinar?
Procrastinar, es una palabra que pone en manifiesto un conflicto interno que yo tengo, y que me lleva consecuentemente a no manifestar metas personales. Otras palabras más comunes que hacen alusión a procrastinar son postergar, demorar, atrasar, aplazar una y otra vez un proyecto, una meta, un logro o un sueño, como cada persona quiera llamarlo.
Suena simple y a la vez estúpido, pensar que yo soy una persona que procrastina constantemente, porque la verdad es que estoy tan aferrada a mi sistema de creencias, que ni siquiera me doy cuenta la frecuencia con la que no culmino mis propios proyectos. Es decir, dentro de mi subconsciente, hay algo a lo cual le soy fiel, hay algo que adoro con tanta idolatría, de forma tan invisible, que ni siquiera puedo auto reconocerlo.
La procrastinación, es simplemente una pauta dentro de mí, que se reproduce en piloto automático.
De acuerdo con estas ideas, no pretendo hablar sobre lo que denota la palabra procrastinar, eso es fácil de leer en la internet. Más bien quiero compartir basándome en mi propia experiencia de vida.
Para todos aquellos que me conocen, y saben la trayectoria de mi vida, se estarán preguntando ¿Procrastinar tú? si hemos visto como eres la manifestación humana de lo que significa autoconfianza, autodisciplina, constancia y logro de metas. Y si ¡es cierto!
Puede que haya adquirido todos estos hábitos de mi preciosa madre o también puede que vengan de vida pasada como una capricornio que fui. Pero la verdad, es que una persona puede tener autoconfianza y seguir procrastinando, porque lo que hay detrás de esa acción es más profundo que la acción en sí misma. Quiero decir, el punto de observación no se encuentra en las grandes cosas que dejo de hacer, más bien está en las pequeños detalles, donde por lo general suelo repetirme: después lo hago.
Hace poco hice un viaje a mi pasado y me descubrí a mí misma en modo autosabotaje, a través de diferentes vías, que ni siquiera sabía que lo hacía.
La procrastinación parte de un miedo interno, que muchas veces ni siquiera me pertenece. Es decir, son pautas que han viajado de generación a generación familiar al estilo “mentiras verdaderas”, ya que vienen de una experiencia que marco la vida de algún ancestro y que se sigue repintiendo como una verdad para mí, aunque yo si siquiera haya conocido a ese ancestro. Su experiencia marcada, fue su verdad, pero es mi mentira, mentira que sigo creyéndome, a la cual le soy fiel, que idolatro por amor a mi familia y aún peor, ni siquiera sé que estoy operando bajo ese estado emocional.
Quienes me leen, a este nivel ya deben saber que las emociones están hechas de energía. Emocionalmente podemos viajar a otras dimensiones, al pasado, al futuro, etc. Y si no me lo crees, solo cierra tus ojos y piensa en algo que te haya causado mucha alegría o disgusto en el pasado, después observa qué empiezas a sentir en tu cuerpo.
Por consiguiente, con cuanta frecuencia me descubro distrayéndome con pequeñas cosas, que en el fondo no me van a llevar lejos. Cuantas ideas creativas he tenido a lo largo de mi vida y cuantas de ellas se han quedado en el camino. En algún momento me he preguntado ¿Por qué no termino lo que comienzo? En cualquier nivel y en cualquier área de mi vida. Sin embargo, si suelo enfocar todas mis cualidades, si dedico todo mí tiempo y atributos para culminar los proyectos de alguien más. Tirando a la basura mi propia valía personal, porque en la mayoría de los casos e inconscientemente estoy postergando una y otra vez vivir la vida que realmente deseo.
Una manera invisible de mi procrastinación ha sido manteniéndome ocupada siempre. Por lo que ha sido muy fácil ser feliz con esas distracciones, poniendo de lado lo que realmente me llena de felicidad, eso que transciende más allá de mí misma. Me he descubierto haciendo cosas para otros, buscando ser aceptada o para el evitar el rechazo, pero cuidado con esto, porque la forma como me he descubierto ha sido mediante actividades que generalmente disfruto, pero la intención oculta ha sido otra. Vengo de un sistema de creencias de que porque amo tengo que: obedecer las reglas de otros, aunque esas reglas pasen por encima de quien soy; a respetar a los demás, aunque eso implique irrespetarme a mí misma; a quedarme callada sobre lo que según es la “autoridad” incluso cuando estén violando mis propios derechos. Por nombrar solo algunos.
¿Cómo he detectado mi propia procrastinación?
Honestamente no ha sido tarea fácil, ya que es una sanguijuela muy escurridiza. Es como el agua, que se mete por los lugares más pequeños y de forma silenciosa, por lo que es muy difícil de detectar. Nos hace actuar como si fuera lo más normal del mundo.
En mi caso, para poder darme cuenta, tuve que empezar por observar emocionalmente como me siento cuando al final del día, no logro ser consecuente con mis propias metas, con lo que me hace feliz, con la manera como puedo realmente trascender de acuerdo con mis propios dones, habilidades, etc.
Si al final del día todo lo que hago físicamente, me hace sentir que no está funcionando, es porque estoy operando en piloto automático. Si siempre que tengo una idea o empiezo trabajar en un proyecto personal (bien sea en los negocios, en la salud, con los ejercicios, con la alimentación, amistades, enamorarme, casarme, etc.) y termino dejándolo de lado cuando fulanito me llama para ir a la playa, o cuando me digo a mi misma esto no tiene sentido, o cuando no veo resultados rápido, o cuando chequeo las redes sociales todo el día, o cuando acepto mas responsabilidades en el trabajo, o cuando como en vez de alimentarme, o cuando hago lo que es más seguro. ¡O cuando!
Para ahondar sobre ¿Por qué no he manifestado esto o aquello? Me pregunto:
¿Cuál es mi conflicto interno para cada situación?
¿Qué significa el éxito para mi familia?
¿En qué tengo que comprometerme, que ahora me tiene cómoda?
¿A qué le tengo miedo?
Porque todo esta basado en mi sistema de creencias y cuando trabajo internamente sobre mi amor propio (no el significado de lo que aprendí sobre dar amar y recibir amor), todo lo demás llega por añadidura, todo empieza a fluir, las puertas empiezan a abrirse como “por arte de magia”. Pero esa magia empieza a ocurrir, porque yo, solo yo, comencé por usar las llaves dentro de mí.
Cuando descubro las emociones, las creencias, los paradigmas ocultos dentro de mi a los cuales le soy fiel, la vida va a tomar otro rumbo, para bien por supuesto. En este punto muchos prefieren seguir la misma vida, porque es más seguro y otros toman el riesgo de ir más allá de lo conocido, donde pasa la magia, internamente hablando, porque confrontar nuestros miedos no es fácil, pero a largo plazo nos libera.
Existe un ejercicio muy simple, pero poderoso para descubrir algunas forma como procrastino. Es hacer una carta dedicada a mí meta, esa que aún no he manifestado. Como si se tratara de una relación con otra persona, porque en el fondo procrastinar es poner físicamente un muro o una barrera entre mi deseo y la manifestación. Después de todo si quiero manifestar la abundancia del dinero en mi vida, primero tengo que sanar mi relación con el dinero. Si quiero estar en una relación amorosa con la persona correcta para mí, primero debo sanar mi relación con lo que yo considero es el amor. Si yo quiero tener amistades sanas, primero tengo que sanar la relación conmigo misma. y así sucesivamente.
En esa carta escribo las formas como he querido manifestar esa meta. Como me siento porque aún no ha llegado, o ha llegado a medias; cuanto lo deseo y por qué o para que lo quiero en mi vida; me molesta necesitar esa meta; que voy a hacer con esa meta cuando finalmente la manifieste; cómo veo que son la personas que ya han manifestados ese tipo de metas; y así sucesivamente este ejercicio me lleva a descubrir ¿Cuál es mi creencia sobre esa meta? ¿Cuál es mi nivel merecimiento? ¿Dónde me detengo o me doy por vencida? ¿Qué creo que va a pasar conmigo cuando manifieste esa meta? ¿Qué criticas voy a recibir de las personas que considero son importantes en mi vida? ¿Podré sostener esa meta? ¿Cuál será mi compromiso para mantener esa meta a largo plazo?
Trabajar mis miedos, es la base fundamental y se logra solo cuando empiezo a confrontarlos, llevándome a mí misma a esos momentos de completa vulnerabilidad como reto personal. Ya que mis miedos son una ilusión, están basados en un sistema de creencias que me detienen, en vez de llevarme a avanzar. La mayoria de las veces ni siquiera sé que estoy procrastinando o por qué lo estoy haciendo.
Procrastinar ha sido y seguirá siendo una herramienta bien pulida de autosabotaje. Esta en mí, solo en mí, tener el coraje y el compromiso de llevarme al otro nivel.
Con amor Sarah.