Nuestra capacidad para salvar vidas, va más allá de un acto heroico; es simplemente la naturaleza de los seres vivos.
Todos los seres vivos estamos creados con la capacidad para crear y salvar vidas. Podemos ver -para quienes somos observadores- que la naturaleza se regenera de una forma asombrosa mientras el mundo de los seres humanos se mantiene ocupado en sus responsabilidades.
Un maravilloso hallazgo para mí, fue el encontrar a mi frondosa planta muy alejada de los aparatos de calefacción después que fue encendida de forma automática, antes del tiempo que yo calculaba. La situación fue que yo estaba pensando hacia donde mover esta planta que necesita luz directa y que es tan voluptuosa antes de que llegara el frío, ya que ella se encuentra justo al lado de la ventana donde también se están los conductos de la calefacción. Con el pasar de los días yo olvidé por completo el tema de la planta, nunca la moví y el frío llegó, pero para mi sorpresa ella sola se encargó de mover todas sus ramas, alejándose del calor.
Podemos creer que las plantas son seres que se encuentran muy lejos de nuestra inteligencia humana y la verdad es que dentro de nuestras pretensiones creemos que somos los únicos capaces de crear y salvar vidas, cuando realmente los seres humanos tenemos mucho por aprender de la naturaleza.
Por consiguiente, todos, absolutamente todos los seres humanos -y vivos- estamos en la capacidad para crear y salvar vidas.
Pero quién nos hizo creer que ayudar a los demás, qué estar disponibles para salvar vidas o inclusive para impulsar a otros a crear vida, nos resta vida a nosotros mismos. Entonces, la sed de competencia, el egoísmo de dar un poco de lo que tenemos, de sentir carencia si le tendemos la mano a otro, de sentir inferioridad al ver el logro del otro -que a su vez nos hace sentir envidia-, de sentir alivio inclusive cuando vemos a otro con menos que nosotros.
Por esta razón, cada día creo fervientemente que estamos en esta vida para ayudarnos los unos a los otros, de allí nuestra capacidad natural para salvar vidas; ya que, de qué me sirve tener algo, si cuando alguien lo necesita en vez de simplemente extender la mano, la contraigo. Y sé que podemos salvar más vidas de lo que imaginamos.
Emocionalmente hablando, cuando una persona no logra encontrar la salida hacia sus problemas -por más tontos o insignificantes que parezcan- y entra en un estado de tristeza o pena profunda, muchas veces lo único que esa persona necesita es saber y sentir que no se encuentra solo/a y que puede salir adelante. Nuestro trabajo jamás será encontrar la solución a los problemas de los demás, pero siempre, siempre, siempre si será estar en la capacidad y disponible para salvar su vida.
Yo soy la persona más afortunada del mundo, porque a lo largo de mi vida he pasado por situaciones donde he sentido que me estoy asfixiando o ahogando al verme sumergida en situaciones de donde no logro salir adelante, por más o menos esfuerzo que haga; pero algunas personas que han venido a mi vida y al verme en esas situaciones simplemente me han salvado, me han tendido su mano, han compartido conmigo un poco de lo que tienen, me han dado la dicha de sentir que jamás estoy sola. Porque la verdad nunca lo estamos.
Desconozco si he llegado a salvar la vida de alguien, pero en definitiva a mí me han salvado la vida en reiteradas ocasiones; algo de lo que estoy profundamente agradecida.
Esta es una hermosa semana para agradecer el poder que tenemos para salir adelante, para empezar a liberarnos de todas esas ataduras emocionales que no nos permiten progresar; para voltear al pasado y ver cuánto hemos avanzado, para permitirnos paso a paso y a nuestro ritmo volver a nuestra naturaleza de salvar vidas; para extender nuestra mano, para ser más amables -empezando a serlo con nosotros mismos- porque después de todo es nuestra naturaleza innata.
Tenemos más capacidad para salvarle la vida a esa persona que hoy está en nuestra vida de lo que imaginamos. ¡Hazlo, quizás te sorprendas!
Por más vida, con Amor Sarah.
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