La felicidad se ha convertido en una sensación placentera en mi vida, se ha quedado en mí como un forma de tranquila, relajación, serenidad, paz y gozo.
Sentirme feliz me está llevando a ver el sentido de la vida, a observar con atención y volverme consciente. Para mí la felicidad va más allá de la consecución de un objetivo, va más allá de un estado de ánimo, va más allá de las cantidades (cuánto dinero, cuántos amigos, cuánto recibo, cuánto sé, cuánto hay, cuánto hago, cuánto me divierto, etc.), va más allá de los lugares, va más allá de las verdades.
Para estar feliz no basta solo con vivir, el sentido de la felicidad radica en sentir. Hay personas que están vivas, pero que no sienten, hay partes del cuerpo que están vivas pero que no se sienten, por lo tanto, el sentir es lo que me motiva a estar viva, ser feliz me mantiene viva. También hay muchas personas que caminan, pero no están vivas, ellas no sienten nada, por consiguiente, no son felices. Vivo en la ciudad de New York y sé perfectamente de lo que hablo, porque tropiezo con cientos de personas cada día, y yo al igual que ellos, era una persona con pies que iba de un lugar al otro.
Es importante que seamos honestos con nosotros mismos y nos preguntemos:
1 . ¿Me siento feliz?
2 . ¿Cómo sé que soy feliz?
3 . ¿Qué me hace feliz?
4 . ¿Por qué intento mostrar aquello que no soy?
Para tener una idea de lo que estoy hablando quise saber quién es una persona, para mí sorpresa me encontré con que la palabra persona, originalmente viene del griego prósōpon, que se desglosa de dos palabras que significan: delante de la cara. Por otra parte, del latín personare es un término que se usaba para hacer alusión a los personajes; en ambos casos se deben a la máscara que el actor usaba cuando interpretaba varios personajes, existían varias máscaras, las cuales iba usando una tras otra en el mismo escenario. Al igual como lo hace Jim Carrey cuando interpreta el personaje de Stanley Lpkiss en la película La Máscara, que después de usar la máscara mágica, adopta el papel de otras personas.
En la actualidad hay muchos humanos de la especie persona.
Tenemos en nuestra mente un infinito closet de máscaras, que cambiamos tantas veces como sea posible en un mismo escenario. Es inimaginable la cantidad de máscaras que uso en un día de forma consciente.
Pero qué hay de cuando estoy sola, que pasa cuándo ya no puedo seguir sosteniendo máscaras, que pasa cuándo mi sed insaciable ya no encuentra el líquido que la sustenta, que pasa cuándo dentro de la basta inmensidad me encuentro sola, que pasa cuándo estoy ante un atardecer hermoso pero me siento triste porque no tener a mi lado a Xs persona, que pasa cuándo tardo casi dos horas bañándome mientras intento comprender que me pasa, que pasa cuándo…
Veo a diario personas infelices, que al igual que la ansiedad tratan de atiborrarse de cualquier cosa que llene su vacío. Donde quiera que ven un espacio desean llenarlo hasta que todo quede apretado o a punto de reventar, no se permiten respirar e inspirar y esto que hacen inconscientemente es un sinónimo de su carencia interna. Aunque lo tienen todo, internamente sienten que les falta algo, por lo tanto, no se sienten felices.
Alguien me pregunto ¿Sarah Por qué estas feliz?
Me quede mirando fijamente a la nada en busca de una justificación de mi felicidad, cuando en realidad no sabía porque me sentía feliz. Simplemente estaba feliz. En vez de pensar la respuesta correcta para decirle a la persona, me di cuenta en ese instante de que: “ya estoy lista para todo”.
Si hubiera encontrado algo que respaldara mí felicidad, sabría nuevamente que no lo estaba sintiendo, porque honestamente sentirse feliz es algo que no puedo describir con palabras.
Entonces, como le defino a alguien ¿Qué es la felicidad? Es una sensación que está dentro mí y que depende solamente de mí.
¿Cómo logre sentir felicidad?
Fue un proceso, donde un sentimiento de vacío me llevo a la complitud.
Todo comenzó un día mientras estaba en los brazos de un hombre encantador, imagínense el panorama: alto, rubio, ojos azules, romántico, dador, alegre, divertido, trabajador, deportista, amigable, respetuoso, cocinero, en fin, el tipo tenía todos los atributos del príncipe azul. Pero ese día mientras el me abrasaba haciéndome sentir segura, yo simplemente me sentía sola, vacía y perdida; sentí como poco a poco me invadía las ganas de llorar, la cual tuve que contener para disimular (use una máscara). Fue cuando entendí que algo dentro de mí no estaba bien y que debía hacer algo al respecto.
Esta situación me llevo a darme cuenta de que había entrado en un hoyo de completa oscuridad, donde varios aspectos de mi vida (por no decir todos) estaban en desequilibrio. Fueron meses después de haber llegado a New York, donde sentía como si con los ojos vendados me habían dado muchas vueltas y al quitarme las vendas estaba en un lugar completamente desconocido, un sentido de consternación.
Evidentemente todas estas circunstancias eran tan solo un escenario que querían mostrarme ¿Cómo estaba yo por dentro?
Recordando algunos escenarios de mi pasado, me percaté de que esto ya lo había vivido, pero a pequeña escala. Entonces, fue cuando supe que todo siempre había funcionado de manera perfecta para mí, solo que en aquel momento yo no tenía la consciencia para hacer algo al respecto; yo me comportaba de la única forma como había aprendido y me rehusaba a cambiar, porque simplemente: “yo soy así”. De esta manera, iba por la vida llenándome de cosas y llevándome todo por delante.
En este orden de mi historia, este príncipe azul fue la guinda del pastel que la vida me trajo antes de empezar un proceso de despertar. Sabía que, aunque trabajara fuertemente por traer cosas buenas a mi vida, no iba a conservarlo por mucho tiempo, ya que simplemente no sabía cómo hacerlo. No sabía ¿Cómo mantener un estado de plenitud en mi vida? yo no era feliz, hacia muchas cosas que me hacían feliz de momentos y eso era todo.
Fue la época de la temporada de cirugías y luego del cáncer, lo que sin duda alguna me llevarían a observarme, autoanalizarme y hacer una lista de las cualidades hermosas que estaban dentro de mí. Comprendí los clichés sobre la felicidad, tales como: no puedes ser feliz con lo externo, el dinero no hace la felicidad, la felicidad está dentro de ti, no busques la felicidad afuera, etc.
Este sentido de vacío interno no tenía nada que ver con la apreciación, ni con el esfuerzo, ni con cuan fácil llegaban las cosas a mi vida, si tenía que ver con ¿Cómo me sentía YO conmigo misma? supe que había llegado el momento de hacer grandes cambios en mi vida, de enfocarme en mí, de prestarme atención a mí, desde lo que sentía y observando la simpleza cómo funciona la naturaleza.
Para este lapso de tiempo tuve que:
Ä Dejar las salidas sociales
Ä Dejar de entretenerme con cosas externas
Ä Dejar de hablar con otras personas
Ä Reduje el uso de aparatos electrónicos y solo los usaba para educarme con conocimientos que me permitiesen conocerme más
ü Empecé a enfocarme en hacer ejercicios que me permitían desarrollar la atención en mí
ü Me enfoqué en saber qué creaba de forma fácil, de acuerdo con mis habilidades innatas y tras probar con varias actividades descubrí aquello para lo que soy buena
ü Empecé a hacer lo que me gusta
® En consecuencia, me empecé a sentir mejor, me empezó a gustar lo que hacía y lo disfrutaba, empecé a darme cuenta lo valioso que es dedicar tiempo para mí y a su vez esto me llevo a respetar el tiempo que mis seres queridos pasan trabajando a solas o con su equipo de trabajo, empecé a descubrir talentos que desconocía de mí misma, empecé a identificar e ignorar las distracciones externas, entonces supe que estar sola no es tan mal como creía y que en esta soledad es donde podía dirigir mi propia vida y encaminar mis nuevos proyectos, me volví más creativa, desperté mi curiosidad por mejorar, y así una situación llevo a la otra, hasta llegar un punto de sentir sensaciones dentro de mí que me gustaban y que me hacían sentir motivada y con ánimo de querer hacer más o querer dar más.
Fue cuando supe que era feliz, que soy feliz.
Y lo mejor de todo es que para llegar a sentirme feliz, no tuve que pagarle grandes sumas de dinero, no tuve que creer en nuevo D-os y no tuve que esforzarme.
Lo único que tuve que hacer fue: invertir en mí misma, conocerme.
Desde que comencé un proceso de auto observación, he ido desarrollado aún más mí capacidad para ver qué hay detrás del comportamiento de las demás personas, saber porque toman ciertas decisiones, porque no avanzan en la vida y finalmente porque no son felices. Como no son felices, internamente viven frustrados y esa frustración la transmiten de forma consciente o inconsciente con todos los que se relacionan.
Con una enorme gratitud y satisfacción reconozco que soy feliz y sé que ahora solo puedo dar aquello que si tengo desde el amor. Cualquier otra cosa que hubiera iniciado en el pasado no habría terminado en un final feliz, porque todo inicia conmigo.
Cuando me preguntan, si eres tan feliz ¿Por qué estas soltera a los treinta y siete años?
Muchas veces no sé qué responder, porque honestamente dentro de mí no sé si quiero casarme. Lo que si sé, es que soy feliz con quien soy, me siento feliz con lo que hago, me gusta y lo disfruto, amo mi hogar y todo lo que está contenido dentro de él, me siento hermosa y amo mi cuerpo, respeto y admiro a mis amigos y me siento amada y apreciada por ellos, sigo teniendo ambiciones y desde el nivel en el que me encuentro hoy estoy trabajando en la manifestación de mis proyectos (mental y físicamente), me siento realizada y exitosa; de esta manera si conozco a un hombre que ya sea feliz, se sienta realizado, pleno y exitoso, hay espacio para que juntos sigamos avanzando y sintiéndonos felices.
De otra forma no tendría sentido casarme. Como soy feliz hago feliz a los demás, desde un nivel de consciencia de amor, bien sea a un hombre, hijos, nietos, amigos, mascotas, compañeros de trabajo, vecinos, personas que me prestan servicios, etc. Llegar a la vida de alguien siendo infeliz para frustrarle su vida y luego él/ella le frustre la vida a los demás (en efecto domino), es una experiencia de la cual ya he aprendido; es decir, si yo no he sido capaz de ser feliz con quien soy, como seria feliz con cualquier otra cosa que llegue a mi vida.
Si quiero encontrarle un sentido a la vida, debo tener deseos genuinos, sentirme motivada, sentirme agradecida, ver lo hermoso en la simplicidad de la vida, debo comenzar por sentirme feliz.
El mejor negocio donde puedo invertir yo lo llamo: YO. Y se encuentra sentado dentro de mí, esperando por que su inversionista (YO), crea en este rentable y fructífero mercado.
Con serenidad en mi mente y con amor Sarah.