La confusión que genera el crecimiento espiritual o el estar un poco más conscientes sobre nuestra salud emocional, puede poner en duda el progreso que hemos logrado si no somos capaces de establecer un nuevo camino.
Cuando tomamos la decisión de avanzar en nuestra vida hacia mejores niveles de consciencia que nos permita sentirnos más plenos, seguros, confiados y saludables, emprendemos un viaje de transformación paulatino, es decir, que se va produciendo de forma gradual.
Sin embargo, conforme nos adentramos en nuestro proceso, creando nuevos hábitos, bien sea leyendo libros que nos brinden herramientas, tomando cursos y clases que fomenten nuestra curiosidad por aprender, realizando terapias que nos ayuden a sanar de raíz ciertos patrones, está ocurriendo una metamorfosis a la par que energéticamente nos está empujando a establecernos un nuevo camino de vida.
¿A qué se debe esto?
Esto se debe a que a medida que vamos obteniendo nuevos conocimientos, nuevas neuronas conectan, creamos nuevas formas de pensar, empezamos a tener otros intereses y por ende, brincamos hacia nuevos patrones de comportamiento que nos están conduciendo a actuar de forma más conscientes no solo con nosotros mismos, sino también, con las personas que nos relacionamos.
Por lo tanto, en el momento que decidimos transformar nuestra conciencia, nuestra vida empieza a cambiar de manera silenciosa.
Un dato curioso, es que generalmente ni siquiera nosotros logramos notar la transformación que está ocurriendo dentro de nosotros mismos, por la misma razón que se está generando de manera progresiva. Por lo tanto, es de esperar que el resto de las personas que ya nos conocen tampoco lo noten.
Ahora bien, hasta aquí todo suena muy bien. No obstante, algo que tenemos que tomar en cuenta, es que a medida que crecemos espiritualmente nuestras cualidades o nuestra tendencia estará dirigido hacía tener comportamientos bondadosos, hacía cooperar por el bien común, hacía pensar en el bienestar que habrá para todas las parte involucradas en las decisiones que tomamos en nuestras relaciones -cualquiera que sea: negocios, pareja, amistad, laboral, vecinos, etc.-, estaremos conscientes del impacto que tienen nuestros pensamientos, gestos, palabras y acciones sobre los demás y viceversa, seremos más intuitivos sobre las sensaciones de nuestro entorno; pero en este punto aún no sabemos cómo establecer sanos límites.
Entonces, somos buenos, pero los demás abusan de nosotros; somos generosos, pero nadie nos valora; siempre cooperamos, pero los demás de aprovechan; estamos disponibles para ayudar y por eso todos recurren a mí; entendemos los comportamientos negativos de las personas y por eso permitimos que nos afecten; estamos enfocados en soluciones positivas, pero nuestro entorno solo se queja, etc.
Y mis queridos creadores, allí es donde ocurre la confusión.
Pero, ¿Por qué ocurre esa confusión?
La respuesta se encuentra, en que a medida que vamos creciendo espiritualmente, también vamos tomando consciencia sobre lo que significa vivir en bienestar, sentirnos en balance, plenos y agradecidos. Todos esos estados emocionales, mentales y energéticos que no teníamos antes, que eran lo opuesto y que eran precisamente lo que teníamos en común nosotros con las personas con las que nos relacionábamos.
Por lo que, a medida que vamos adentrándonos en nuestro viaje -que no es otra cosa más que sentirnos plenos, satisfechos, felices, confiados, seguros, libres, capaces, valiosos y llenos con quienes somos- seguimos interactuando con nuestra familia, nuestro entorno laboral, amigos, entre otros. Y por supuesto, como ellos siguen teniendo la misma mentalidad, empieza a ocurrir una sensación dentro de nosotros como de no pertenencia a esos entornos, sentimos que no encajamos y también llegan a afectarnos de manera directa, ya que una persona que no está consciente de la forma cómo actúa, la forma cómo se expresa corporal y verbalmente, la forma cómo piensa sobre el/ella mismo/a y sobre los demás, sobre cómo afectan a su entorno las decisiones que toma, terminarán lastimando todo lo que tocan, incluyéndonos.
Sin embargo, de ninguna manera hay algo malo con ellos, recordemos que nosotros venimos de ese lugar de consciencia; lo que pasa es que hemos evolucionado hacía otra frecuencia vibratoria de nuestro ser donde prevalece más el altruismo, la nobleza y la pureza.
Entonces, la razón por la cual termina afectándonos y creando esta confusión de sentir que no somos respetados, valorados o tratados con dignidad, es porque en nuestra hambre e involucramiento hacía nuestro crecimiento espiritual olvidamos preguntarnos: ¿Hacia dónde quiero ir YO?, ¿Cómo establezco MI ruta?, ¿Cuáles son hoy MIS nuevos valores que involucran establecer barreras saludables?
Por otra parte, la mayoría de las veces -por no decir siempre- quienes menos creen en nuestra evolución, son las personas con las que hemos estado más involucrados en términos emocionales, como la familia, amigos y la pareja. Por lo cual, puede resultar un poco frustrante y doloroso para nosotros si no sabemos cómo crear y hacer saber nuestros límites.
Así mismo, debemos saber hacia dónde queremos ir, ya que cuando lo tenemos claro la vida se encarga por frecuencia vibratoria de traer a nosotros relaciones -de todo tipo- que estén vibrando en la misma frecuencia vibratoria; lo que se traduce en valores, hábitos, forma de pensar, sistema de creencias y la manera cómo percibimos el mundo, que se asemejan.
Por ejemplo, a medida que la horma de nuestros pies crece o se vuelven más anchos, si seguimos usando los mismos zapatos terminarán lastimándonos los pies. Y aquí la misma evolución de nuestro cuerpo no está diciendo que por más que nos gusten los zapatos y los amemos, si los seguimos usando serán dañinos para nosotros. Pues muchas veces nos gustan tanto los zapatos, que nos torturamos ignorando el infinito mundo de posibles zapatos que existen en el mercado, de mejor calidad, que también nos podrían gustar y que a su vez, se adaptan perfectamente a nuestros pies.
Por supuesto, no podemos comparar a nuestro seres queridos con un par de zapatos, pero siendo honestos y sabios, no podemos dejar entrar nuevas versiones a nuestra vida, sino somos capaces de soltar lo que ya no resuena con nosotros; no podemos avanzar en un entorno donde en vez de impulsarnos, nos están jalando, donde por cierto, después que evolucionemos en términos de consciencia, jamás volveremos a retroceder.
Así pues, créeme, no hay nada de malo en ti cuando empieces a sentir esa confusión, no eres raro, no eres de otro planeta, no eres culpable, simplemente estás evolucionando y es un proceso que por respeto propio deberías empezar a distinguir y a su vez, también respetar el proceso de los demás, ya que cuando sea el tiempo correcto se volverán a cruzar, pero esta vez estando energéticamente en la misma página.
Dejando la confusión atrás y con Amor Sarah.