Evitar que otros manipulen nuestras emociones suele carecer de sentido común, sobre todo cuando somos víctima de nuestra propia ignorancia.
Lo que quiero decir, es que es común -muy común diría yo- que otros opinen sobre nuestra personalidad, carácter y hasta valores. Sin embargo, lo que es más común aún, es que nosotros somos quienes solemos otorgarle el permiso a ellos para que manipulen la forma cómo nos sentimos.
Nos acostumbramos con mucha facilidad; y con esa misma facilidad nos vamos volviendo tolerantes a la manipulación, a la crítica, al desaliento, al abuso emocional, al desencanto y a las opiniones ajenas; pero sin hacernos inmunes.
Así pues, siempre que alguien más abusa de nuestro estado emocional, nos está afectando una y otra vez.
Inclusive a veces hay personas que opinan en nuestras vidas sin siquiera conocernos, pero como estamos acostumbrados a esa pasiva agresión, se hace normal para nosotros recibir opiniones sobre cómo se supone deberíamos ser. Llegamos al punto de simplemente verlo como algo normal, porque como dice la terapeuta británica Marisa Peer: “siempre volvemos a lo que nos es familiar”.
Por supuesto, como ya lo he mencionado en artículos anteriores, muchas de nuestras permisiones se encuentran sostenidas en creencias que tenemos desde nuestra infancia.
Por lo general suele resultar muy molesto para nosotros cuando permitimos que las palabras de otros entren y nos hieran, sobre todo cuando reafirmamos lo que ellos tienen que opinar sobre quienes somos y quien se supone deberíamos ser.
No obstante, como estamos tan aferrados inconscientemente a esas creencias que nos son muy familiares, es normal que al acudir a un terapeuta para tratar ciertos traumas solemos ser adversos a la terapia. Nos resistimos, porque nuestro subconsciente sabe perfectamente que una vez que seamos conscientes de la causa de ese trauma ya dejará de tener poder en nosotros.
Esto ocurre con mucha frecuencia en las personas que hacen regresiones por primera vez, ya que cuando les pido que usen su imaginación y visualicen dónde se encuentran, suelen decirme que no ven nada; por lo general la imaginación es una herramienta que todos los seres humanos tenemos desde que nacemos y forma parte de nuestra poder interno -como lo hablaré en mi próximo libro. Por esta razón, es sumamente importante realizar al menos tres sesiones, ya que a medida que se avanza poco a poco la persona va abriendo más y más esa caja de Pandora interna.
Por otra parte, si el caso es que yo soy una persona emocionalmente manipuladora, quiere decir, que de forma natural tengo la habilidad para hacer sentir a las personas como yo quiero, bien sea cambiando sus creencias, sus propios valores, sus vivencias y la manera por supuesto cómo perciben el mundo. De esta manera, yo controlo el cómo quiero que otros se sientan, yo determino a través de mi lenguaje y expresión corporal cómo tiene que sentirse alguien más de acuerdo a mi conveniencia.
Cuando yo estoy constantemente tratando de convencer a mis víctimas de que son incapaces, demasiado sensibles o duras emocionalmente hablando, interfiero en su única y perfecta forma de ser, que por cierto es lo que los define como seres individuales.
Quizás hasta este punto te hayas hecho consciente de la forma cómo tú manipulas a esa persona en particular o cómo esa persona en particular lo hace contigo.
Si bien es cierto que al manipular puede que lo hagamos de manera inconsciente, también lo es que nuestra propia ignorancia nos lleva a querer alterar el carácter, las creencias y los valores únicos y especiales de cada persona.
Sin embargo, absolutamente nadie tiene el poder de decirnos cosas como: estás soltera porque tienes carácter, tu mujer te engaña porque eres débil, tu jefe abusó de ti porque usas ropa ajustada, tu hija es malcriada porque tú no has sabido cómo educarla, etc.
Ahora bien, un componente que se encuentra oculto en este tema, es que cuando yo permito que alguien me haga sentir mal, es porque definitivamente estoy cediéndole a esa persona el poder de mi energía y mi pureza.
Por ejemplo, una persona tuvo el atrevimiento de opinar a cerca de mi personalidad, diciendo que no estoy soltera porque tengo carácter, pero la verdad que es yo no quiero estar con alguien porque sea bueno, porque me convenga, porque sea la oportunidad de oro, porque es el partidazo; yo decidí que quiero estar con alguien con quien yo me sienta bien y no estar con alguien porque me haga sentir bien. Y esto tiene demasiado que ver con mi valía personal, porque si yo me siento bien con quien soy, con lo que valgo y eso es suficiente para mí, entonces, ese bienestar me lo voy a llevar a donde quiera que yo vaya y con quien quiera que yo esté.
Cuando reconozco mi valor, es cuando me hago inmune a las opiniones ajenas. Por qué quién es esa otra persona para opinar sobre mi carácter, cuando yo sí sé que soy extra sensible, que soy sumamente dulce, que soy una persona muy amorosa, que me encanta cuidar y consentir a mis seres queridos.
Así que, yo deje de buscar estar con personas que hicieran sentir bien o amada; simplemente decidí estar con personas donde yo siguiera sintiéndome bien conmigo y
Recordemos que criticamos -me incluyo- porque somos críticos y la crítica más fuerte que solemos hacer, es la que nos hacemos a nosotros mismos.
De ahora en adelante, siempre, siempre, siempre que hagamos una crítica, seamos conscientes de que esa crítica esconde algo que nos estamos criticando a nosotros mismos y que cuando nos amamos profundamente no tenemos necesidad de hacer juicios sobre los demás.
Entonces, para evitar que otros nos manipulen emocionalmente, tenernos que:
* Saber reconocer nuestra valía.
* Saber establecer límites con los demás.
* Yo decido estar con quien y donde YO me sienta bien.
* Aprender a confrontar cuando sea necesario, que no significa necesariamente que hay que discutir o pelearse con ellos.
* Saber que YO SOY un ser único, diferente e individual; como tal, tengo mi propia forma de ser, le guste a los demás o no.
* Saber cuándo es momento de dejar de frecuentar a esas personas por completo.
Si por el contrario somos nosotros los que manipulamos, lo primero que tenemos que hacer es reconocer que siempre que hacemos juicio, criticamos o nos molesta la forma de ser de alguien más, es porque aún no hemos comprendido que esa persona es perfecta tal como es y lo segundo es detectar la manera como estamos intentando que esa persona sea o haga las cosas a nuestra manera y no como él o ella saben muy bien cómo hacerlas.
El simple hecho de pensar en que la conducta de alguien más debería ser como nosotros queremos que sea y no como él o ella se están comportando, es un indicio de que estamos intentando manipular, que por supuesto conlleva hacia una consecuencia emocional, porque el cómo esa persona se va a sentir después de nuestro comentario genera un impacto trascendental en su vida.
Evitar que otros manipulen nuestras emociones empieza por nosotros mismos.
Reconoce tu poder y tu valía, porque eres único.
Con amor Sarah.