Quienes han tenido una conversación conmigo, saben que suelo usar la palabra proceso para hacer alusión a vivir, sentir y aprender de los momentos difíciles que de vez en cuando llegan “de repente”.
Pero ¿Qué es un proceso? Podemos encontrar en la internet diferentes conceptos, que nos llevaran al mismo fin; que es una serie de eventos que suceden en secuencias, siempre hacia adelante y que nos llevan a obtener algo.
En consecuencia, cuando observamos de cerca como es el proceso, por ejemplo, en el reino vegetal sabemos que el árbol del cual obtenemos frutos o la sombra durante los días soleados, tuvo que atravesar su propio proceso para llegar a ese estado. Digamos, el árbol no pudo haberle dicho al elefante, por favor puedes hacer todo el proceso por mí para yo poder crecer hasta el punto de dar sombra y frutos, ya que estoy aburrido, me da pereza hacerlo, tengo flojera (un término usado en Venezuela para expresar falta de ánimo). La vaca no le dice al toro: Hey, podemos dividirnos los meses de gestación del animal que llevo dentro. ¡Eso no ocurre!
Por consiguiente, cada ser vivo existente por lo menos en la tierra, llevamos a cabo un progreso que nos lleva a la manifestación de un fin específico.
Cuando recibí la noticia de que había aprobado la prueba interna en la Universidad de Carabobo para entrar a la escuela de economía, sabía que debía poner en marcha un plan académico establecido por las autoridades de la institución para poder obtener el titulo de Economista. Absolutamente todo el proceso que conlleva, hacer restricciones, trasnochos de estudios, establecer prioridades, crear amigos y equipos de estudios, asistir y tomar atención de las clases, llorar cuando no obtenía los resultados esperados y brincar de la alegría cuando si obtenía los resultados esperados. Fue un proceso maravilloso, que en mi caso me llevo siete años (que debieron ser cinco), pero fue mí único proceso, que me toco experimentar a mí manera. Para finalmente sentirme orgullosa y satisfecha por el trabajo logrado, pero a la vez nostálgica porque la realización no es el titulo en sí, es todo lo que creamos a lo largo del recorrido: la transformación.
Cuando recibí la noticia de que había aprobado la prueba interna en la Universidad de Carabobo para entrar a la escuela de economía, sabía que debía poner en marcha un plan académico establecido por las autoridades de la institución para poder obtener el titulo de Economista. Absolutamente todo el proceso que conlleva, hacer restricciones, trasnochos de estudios, establecer prioridades, crear amigos y equipos de estudios, asistir y tomar atención de las clases, llorar cuando no obtenía los resultados esperados y brincar de la alegría cuando si obtenía los resultados esperados. Fue un proceso maravilloso, que en mi caso me llevo siete años (que debieron ser cinco), pero fue mí único proceso, que me toco experimentar a mí manera. Para finalmente sentirme orgullosa y satisfecha por el trabajo logrado, pero a la vez nostálgica porque la realización no es el titulo en sí, es todo lo que creamos a lo largo del recorrido: la transformación.
Entonces ¿Por qué nos cuesta tanto asumir los problemas como desafíos? De donde viene eso de querer que otros hagan el trabajo “difícil” por nosotros. Es tan “difícil”, como lo creamos en nuestra mente, ya que no necesariamente un proceso puede ser “difícil”, podemos hacerlo llevadero cuando asumimos que es un evento que en algún momento (no sabemos en qué punto del recorrido) nos mostrará un aprendizaje.
Tenemos la creencia de que los problemas son malos, ¿De dónde viene esa creencia? ¿Quién? nos ha hecho creer que un problema es algo malo, que una enfermedad es algo malo, que perder dinero es algo malo, que una discapacidad es algo malo, que un niño con una condición distinta a la de otro niño es algo malo, que la separación es algo malo, que cuando doy tengo menos y eso es malo. En algún punto de mi vida me descubrí repetirme mentalmente estoy sola y eso es malo.
Todo, absolutamente todo lo que he vivido hasta hoy, ha sido con un fin. He avanzado al despertar del darme cuenta de que todo lo que me ha pasado es bueno, tanto para mí, como para las partes involucradas.
Que hubiera ocurrido si en vez de decidir preguntar ¿Cuál es el siguiente paso? Cuando el medico me dio los resultados de la biopsia, yo hubiera dicho: NO, usted esta equivocado, esa no soy yo, o empezar a reclamarle a D-os ¿Por qué a mí? ¿Por qué me castigas? En ningún momento podre decir que ha sido un proceso fácil, yo decidí vivirlo, sentir cada etapa con lo que tenia y con lo que no tenía.
Las preguntas son ¿Qué hago con lo que tengo? ¿Qué aprendo con todo esto? ¿Qué tengo que transformar en este momento? ¿Qué tengo que hacer? A veces lo que tenemos que hacer es nada.
Cuantas veces estamos en un proceso, donde no sabemos si es el hombre o la mujer indicada, si el lugar de trabajo nos está agotando hasta llegar a un punto en el cual enfermamos para evitar seguir asistiendo a la oficina, si la decisión de mudarme de ciudad o país es la correcta, si la situación de carencia monetaria es un reto personal o la oportunidad para que quien este a nuestro alrededor aprenda el arte de dar. Muchas veces nos sentimos como en una encrucijada que sin duda alguna nos frustra, porque queremos resolver todo con la información que la sociedad nos ha enseñado, más no con la información magnifica que la Consciencia Universal, la Divinidad, D-os o el Creador has dispuesto para nosotros, dentro de cada uno.
Funciona como conectar el celular a la corriente mediante un cable para recargar la batería.
¿Por qué preferimos resistirnos al flujo de la vida? ¿Por qué nos resistimos a vivir el proceso? No hay nada de malo en llorar, en los finales, en la enfermedad, en los problemas; cuando empezamos a verlos como un proceso, es decir con la intención de que sea lo que sea que estoy atravesando me trae un cambio, un aprendizaje, una transformación, un regalo, giramos la llave que enciende el motor del auto. Porque despues de estar enfermos viene la sanación, despues de los finales viene los inicios, despues de los problemas vienen las soluciones y un evento nos lleva al otro.
Pidamos y preguntemos ¿Qué debo aprender? ¿Cómo llevo esto que estoy pasando a otro nivel? ¿Cómo puedo ayudarme? ¿Qué puedo hacer por esta empresa? ¿Qué puedo hacer por esta persona? ¿Qué regalo hay oculto? ¿Qué debo ver? ¿Cómo puedo ayudar a mi esposa(o)? ¿Cómo puedo solventar este problema? ¿Qué me viene a mostrar, esta situación o persona?
En las preguntas, cuestionamientos y en pedir ayuda, hay más poder del que nos imaginamos, funciona de una manera tan misteriosa, pero a la vez tan increíble que me cuesta expresarlo a través de una palabra.
Dejemos un espacio para que las respuestas lleguen, en el momento que están destinadas a llegar, a través del medio que van a llegar y lo más importante aprendamos a escuchar. Cuando hablo de escuchar, me refiero a aceptar lo que debemos saber y no lo que queremos saber ¿notas la diferencia?
Pruébalo y si te sirve recomiéndalo, sino sabes cómo hacerlo exactamente escríbeme yo te guiare. Solo inténtalo.
Que los procesos de mí vida me lleven a descubrir día a día el eslabón perdido de mi alma, para poder realizar cada una de las tareas que vino a hacer en la tierra.
Con Amor Sarah
