Aprender a procesar la tristeza puede soñar un poco emocionante, sobre todo cuando es un estado emocional que suele abrumarnos.
Sin embargo, aunque la tristeza puede provenir de muchos factores personales, podemos aprender a lidiar con este sentimiento.
Una forma de procesar la tristeza, es sintiéndola. Cuando nos imbuimos en lo que estamos experimentando, le damos permiso a la tristeza para que nos muestre aquello que debemos liberar y sanar.
Esto se debe a que sentir nos lleva a explorar la tristeza, lo que nos permite volvernos conscientes de su nacimiento, de su origen, de la causa de la tristeza.
No obstante, es muy común buscar distracciones o diversiones externas que nos hagan olvidarnos del asunto, es decir, de que estamos tristes; pero la verdad, es que estás distracciones servirán para empeorar nuestra tristeza.
Por esta razón, quiero compartir con ustedes algunos pasos que suelo aplicar en mis momentos tristes:
1. Sentir la emoción.
2. Cuestionar la verdadera razón por la cual me siento triste.
3. Preguntarle a la tristeza ¿Qué quieres mostrarme?
4. Escribir cualquier cosa relacionada con mi estado de ánimo, así como los pensamientos que pasan por mi cabeza.
5. Sentir respeto hacía mí misma, dando un espacio para estar «conmigo».
6. Siendo honesta conmigo.
7. Buscando ayuda.
Los pasos mencionados anteriormente suelen ocurrir en medio del llanto, porque de alguna manera llorar nos permite liberar cargas emocionales y energéticas que se encuentran atrapadas en nuestro cuerpo y que no hemos expresado.
De la misma manera, es importante tener en cuenta que una emoción atrapada siempre, siempre, siempre buscará su salida, buscará ser expresada; por lo que, si retenemos también las ganas de llorar, una gripe “repentina” no debería sorprendernos.
Ahora bien, algunas mentiras verdaderas suelen sonar como que muchas veces relacionamos risa con felicidad y muchas otras que asociaciones estar con nosotros mismos, con estar solos.
Si bien es cierto que la risa es un estado de vibración de muy alta frecuencia que nos genera muchos beneficios, también lo es, que una persona que se ríe frecuentemente no necesariamente es feliz; así como una persona que frecuentemente comparte tiempo de calidad consigo mismo, no necesariamente está o se siente solo.
Conozco personas que sonríen de vez en cuando y son felices; también conozco a personas que ríen siempre y son infelices.
Conozco personas que siempre están acompañados y aun así, se sienten solos; también conozco a personas que honran el tiempo que pasan con ellos y logran encontrarse a sí mismos.
No se trata de relatividad, se trata de permitirnos SENTIR. Se trata de mostrarnos que HUMANAMENTE hablando, todos los seres humanos sentimos, inclusive tristeza; y que la tristeza juega un papel importante en los ciclos de vida que debemos atravesar.
Sentir la tristeza nos libera, aunque suene un poco absurdo.
Encontrarme conmigo misma ha sido un regalo que he tenido que trabajar con mucha paciencia, un ingrediente que por cierto no solía usar en mí vida.
Pero también sé, que es un proceso en el que cada día seguiré adestrándome mucho más a lo largo de mi viaje; con la confusión que me lleva a la claridad, con la ignorancia que me lleva al aprendizaje, con las bajas que me llevan a estar más presente en las altas.
Y por supuesto con Amor Sarah