Recibimos lo que damos y a su vez, damos lo que somos, en consecuencia recibimos lo que somos.
Casi nunca estamos conscientes de esta fórmula, porque vamos por la vida con sed de querer por supuesto todo lo mejor, donde muchas veces no es lo más conveniente para nosotros, pero es lo que queremos.
Recuerdo una vez que quería emprender por fin mi propio negocio, mi propia relación y mi propia vida. Tras un inesperado cambio, me dijeron: tienes cáncer.
Pregunto ¿Quién quiere tener cáncer? ¿Quién está preparado para enfrentar el cáncer?
Efectivamente comencé mi propia relación conmigo misma, una que de hecho no conocía hasta los 35 años, emprendí mis propias habilidades, dones y destrezas que no quería usar y por supuesto comencé mi propia vida.
Si pudiera detectar el miedo que se esconde tras cada sentimiento que me viene, sería como sacarme la lotería y me ahorraría muchas malas reacciones. Por mi experiencia, he determinado que detrás de algo que nos paraliza se esconde una emoción más fuerte que ni siquiera podemos sentir; ella pasa desapercibida o enmascarada, se encuentra escondida en nuestro subconsciente.
Considero que casi siempre nuestras experiencias nos hacen cambiar de parecer y decir ¡sabes que! Por aquí no es la cosa, aquella otra forma de llevar el viaje con sus pasajeros es más sutil. Pero para que engañarnos, la mayor cantidad de veces reaccionamos y lamentablemente cuando nos percatamos ya hemos caído en la trampa de la vocecita que nos susurra ¡ACTÚA YA! antes de que: te jodan, te engañen, te avergüencen, te roben, te lastimen, te humillen y bla bla bla, puras tonterías que al fin y al cabo nos hace fragmentar, en vez de unir.
Entiendo que he aprendido lo suficiente, pero no lo necesario para usar mi instinto con simpleza. No basta con estudiar, sino vivimos a diario el verdadero arte de sentir; no es más que vivir en el momento presente con pasión, esto implica que si sentimos la necesidad de llorar, lo haremos, pero no a medias tintas, lloraremos a moco suelto, si deseamos amar, amamos con toda intensidad, sin medir o escatimar; es como hacerlo o no hacerlo. Al liberar cada emoción, aunque parezca tonto, estamos previniendo crear una bola de nieve que en cualquier momento detonará internamente.
Recordarnos que nadie nace con un manual de cómo saber ser padres, hijos, pareja o amigos. En las aulas de clases nos enseñan tanto de lo que realmente no se trata la vida: vivir. Al parecer ahora necesitamos más horas para vivir, nunca hay tiempo para dedicarnos entre humanos, cuando nos detengamos a valorar que el tiempo pasa tan rápido y en promedio viviremos menos de 90 años, empezaremos a apreciar el verdadero sentido de la vida: la simpleza de contemplar la naturaleza y a otros mortales, compartir detenidamente con nuestros seres queridos y también con el extraño que se sentó a nuestro lado en cualquier parte.
Vivo en la ciudad de Nueva York, donde después de la ciudad de México, es la segunda con mayor concentración urbana del continente americano, estoy hablando de más de 8,5 millones de habitantes y me parece completamente estúpido que tenga que usar una aplicación para tener citas, cuando me tropiezo con incontables hombres en la calle. Esto puedes confirmarlo solo con montarte en el metro y observar que nadie voltee a ver a nadie, todos en los libros (yo soy una) o irónicamente en el celular ligando con la tecnología. Ojo no critico la tecnología, al menos creo más en el face to face, porque me da la libertad de sentir, de tocar, de acercarme.
Mi ginecólogo me dijo: si usted no conoce a su esposo aquí en New York, no lo va a conocer en ninguna parte del mundo. Gracioso.
Para mejorar mí manera genuina de ser y comprender un poco nuestro increíble potencial, he aplicado MUCHAS cosas, entre ellas me complace citar a Augusto Cury de su libro El Código de la Inteligencia (Cómo formar mentes brillantes en busca de la excelencia emocional y profesional), es médico psiquiatra, psicoterapeuta y escritor. Ha desarrollado la teoría de la Psicología Multifocal, una de las pocas teorías mundiales que estudia las funciones de la memoria, la constitución del yo, la construcción del pensamiento y la formación de pensadores.
“Si tu rutina es tediosa… si eres una máquina de trabajar… si no respetas tus horas de sueños… nadie puede causar tanto daño a tu emoción como tú mismo”.
“Si solo te preocupa ganar dinero, si corres ansioso tras el reconocimiento social y buscas en exceso saber qué piensan de ti los demás, es probable que tu musculatura esté libre, pero tu emoción, encarcelada. Si tus hijos, alumnos y amigos te irritan con facilidad, si te sientes contrariado con frecuencia, si no tienes paciencia para tolerar la ignorancia y la incoherencia de las personas con las que te relacionas, entonces estás preparado para vivir con máquinas, pero no con seres humanos. VIVIR CON HUMANOS ES EL ARTE DE LA TOLERANCIA. Los allegados siempre nos decepcionan. Y ¿tu? por supuesto que también frustras a los demás, aunque no lo percibas o no queras percibirlo”.
Según Cury como podemos entrenar nuestro yo, para desarrollar el Placer de Vivir:
1. Pulir el arte de contemplar lo bello: hacer mucho de poco. El que hace poco de mucho es miserable, aunque sea millonario.
2. Dedicar tiempo a lo que no produce lucro económico, pero sí lucro emocional. Ejercicios, andar descalzo por la tierra, cocinar para nuestros seres queridos, construir proyectos personales, tener hobbies.
3. Contribuir al alivio del otro, colaborar con instituciones filantrópicas, hacer nuevas amistades, felicitar a las personas con especial atención. El que se preocupa en exceso por su imagen social, se convierte en un ser humano superficial y artificial.
4. Penetrar en el mundo de los hijos, alumnos, amigos y la pareja. Conocer sus sueños, pesadillas, placeres, crisis, incluso las que nunca se lloraron. El que no cruza su mundo con el otro vive aislado.
5. Superar la necesidad neurótica de poder. El orgullo y el egocentrismo no necesitan entrenamiento; se desarrollan de modo espontaneo en nuestro psiquismo. Pero el arte de la humildad, la sencillez y la generosidad sí necesitan entrenar a diario.
6. Aquietar la mente y fijarse en el foco contemplativo. El que no aquieta la mente tiene una experiencia emocional fugaz… necesita muchas estímulos para disfrutar de míseros placeres.
7. Transformar caos en oportunidad creativa, las perdidas en crecimiento y los fracasos en importantes experiencias
8. Agradecer mucho y reclamar poco.
9. Proteger la emoción y entregarse sin miedo en las relaciones sociales. Entender, que detrás de una persona que hiere, hay una persona herida. La mayor venganza contra un enemigo no es odiarla ni desearle mal, sino perdonarlo y comprender su estupidez. Al perdonarlo, él morirá dentro de nosotros y nos mantendrá libres.
10. Repartir elogios y ahorrar las críticas.
Este libro llego a mí gracias alguien que sin conocer mucho salió de su comodidad para acompañarme a una de mis sesiones de quimioterapia y no dejarme ir sola. Que hermoso regalo de este ser humano, me siento realmente bendecida y feliz por tener al alcance de mi vida este maravilloso conocimiento.
Quise incluirlo para compartirlos con todos ustedes, vamos transformando todos juntos, vamos haciendo nuestro trabajo interno.
Con Amor Sarah.